viernes, 30 de noviembre de 2012

¿Qué hacer antes de los 30? Secuestro...


Mientras mis ojos se cierran y mi cuerpo pierde movilidad, sigo oyendo la música de la radio del coche de Yago.

¡Ostras! ¡Sigo consciente, ¿qué coño está pasando?!

Comienzo a gritar con todas mis fuerzas, pero mi boca no se mueve, intento moverme pero mi cuerpo sigue inmune a mis órdenes cerebrales.

En medio de la terrible situación que me acecha recuerdo una peli de Hitchcock en dónde el protagonista podía oírlo todo mientras los demás pensaban que estaba muerto, no me acuerdo ahora el título pero creo que podía pestañear .

¡Lo sé, no es momento!

Pero este loco y posible asesino sigue su ruta a mil por hora, ¿dónde mierda iré a parar?...

Dicen que en estas situaciones tu vida se revela en un minuto a través de imágenes, en cambio yo, no sé porqué sigo deseando un milagro mientras banalizo la situación. Nada de imágenes placenteras o conmovedoras.

Recuerdo también un relato de Irene dónde eramos todas heroínas y las taconeras corrían en mi auxilio, pues vamos, está vez sería ideal, porque de aquí me salvaría sólo un súper héroe.

De repente el coche se detiene, Yago me coge en sus brazos y con brutalidad me mete en el maletero.

¡¡¡Mierda, mierda, mierda!!!!

¡¡¡¡Ahhhhhhhhhhhh!!!!!

¡¡¡¡Qué alguien me ayude!!!!!

Sigo gritando sin éxito, hasta quedarme a oscuras.

Pues ahora sí, creo que moriré, intenciones buenas no tiene este chico, aunque todas las pistas ya lo decían...

No me quedan más fuerzas y estoy deseando que todo sea un sueño.

Después de unos quince minutos o más menos una eternidad, pues no sé como calcular el tiempo a causa de  picos de terror y otros picos de resignación. El coche por fin se detiene, me coge en brazos una mujer y casi que no puede conmigo, se acerca otro hombre y le ayuda. Los dos van vestidos iguales.

A Yago no logro verle, estos dos desconocidos con suavidad me suben a otro coche y la mujer me quita las mechas de la cara con dulzura.

Una vez sentada dejan sobre mis piernas: mi móvil, los cigarrillos, el lápiz labial y lo poco que llevaba en los bolsillos.

El camino que tomamos tampoco lo reconozco, pero sigo aterrorizada, Yago ya no está en el coche.

Se está haciendo de día y noto como las pocas luces que me quedan comienzan a apagarse.

Me quedo dormida.

                                                        ********************
¡Zas!

Abro los ojos y estoy completamente desnuda en una cama de hospital...

¡Ahhhhhhhhhhhh!

Continuará...


Nota especial: ¡¡¡¡Pedazo de ilustración de Michelle-Sanchez!!!!! En dos días realizó a nuestra rubita en peligro, además de que la ilustración es sublime y me requeté encanta, no podéis dejar de conocer sus obras de arte en "Click aquí", Michelle con M mayúscula de Mujer Maravilla!!! Gracias reina mía, y qué honor contar contigo otra vez, eres un sol. ¡Te quiero!



Y mañana no te pierdas a Karol Scandiu con ¡Vaya par de gemelas!


jueves, 29 de noviembre de 2012

Encuentro en tacones. Una semana de cine



Para esta semana cinematográfica, yo (la narradora de las historias de nuestras taconeras) he decidido darles unos días de descanso, porque creo que están exhaustas con los últimos acontecimientos, no preocuparse, que las chicas tienen pólvora para dar y tomar, pero es que ese baño en el avión hacia Acapulco-Sidney, tiene un trasfondo de lo más tórrido. 

Así que sin más, os relataré la vida de la antagonista de una Mosca Tse Tse en el mundo del cine, que ella también tiene derecho a un poquito de atención (aunque adormezca a media África subsahariana, hombre ya!)
Total, que la anti- tripanosomiasis africana en el mundo del séptimo arte, y a mi modo de ver, se reduce a un puñado de Films que no os podéis perder. Por supuesto que no son las mejores películas del mundo ni las únicas, y estoy segura de que no estarán todas en vuestras listas de las más vistas, pero para mí son de las que nunca te cansas y repites y repites y repites…


Empezaremos por la grande entre las grandes (o mejor dicho mi preferida)
“El efecto mariposa” (The Butterfly Effect), una película muy entretenida, donde no puedes dejar de prestar atención y con tantos cambios de escena y tiempo que te deja el cuerpecito del revés, además de hacértelo pasar bien (o mal) dependiendo de lo que simpatices con los personajes. Una interpretación sublime del joven (por aquel entonces) actor Ashton Kutcher, una película escrita y dirigida por Eric Bress en colaboración con J.Mackye Gruber, dos genios que han sabido poner imágenes a una historia que seguro os encantará. 





Seguiremos con la segunda de mis joyas. Creo que hay muchas y variadas historias de amor en el mundo de la gran pantalla, pero jamás me he emocionado tanto como lo hice con Brokeback Mountain. Esta película me mostró el amor más desgarrado, el más puro y desquiciado, el real, el que no se olvida aunque desaparezca, y que si tienes la “suerte” de encontrar, te marcará para el resto de tu vida. La escena del rencuentro es como para ver mil veces y en la número 300 volver a llorar como una magdalena. (Nota: la banda sonora que escogió Ang Lee (el director), es una genialidad del compositor Gustavo Santaolalla)
También es mi pequeño homenaje a Heath Ledger, un hombre que en la cúspide de su carrera y cuando triunfaba con la crítica por su sensacional papel de Joker, nos dejó tras morir demasiado joven.





Y ahora una película bastante nueva, todos pensaréis que no tiene nada de especial, que su historia es muy hollywoodiense, que la trama deja insatisfecho y hay millones por ahí grabadas con los mismo clichés y los mismos giros de tuerca. No os voy a quitar razón, ni mucho menos, pero yo soy una persona peculiar, que cuando va al cine (o ve la obra en el sillón de casa con un vaso de Coca Cola fresquita), se fija en cosas que no todo el mundo ve. Y para mí la mejor escena, la mejor actuación y el actor con mayor talento hasta la fecha es Denzel Washington en “El invitado” (título en inglés “Safe house”)
Solo diré, y no quiero hacer spoiler, que una de las escenas finales (la reconoceréis por la gota que cae de su nariz) es la mejor y más real de todos los tiempos. Un olé por este pedazo de artista.






Y para terminar, y porque no os quiero cansar, os dejo un regalito, un corto, y como corto se ve en unos minutos, pero ya os digo que merece la pena de calle. Eso sí, subtitulado, porque hay ciertas cosas que a nuestro país no llegan para doblajes. Una lastima.
Se trata de “I´m here”, sí, otra historia de amor, pero esta vez nos muestra lo que “alguien” puede llegar a hacer por la persona que no solo ama, si no que le da sentido a su vida cada segundo del día. Solo unos pocos afortunados consiguen encontrar esa “media naranja”.
Será ciencia ficción, pero el guión del corto no solo muestra la tenacidad, el sufrimiento, la condición humana para con la sociedad y los que son diferentes o las clases sociales, si no que va más allá con la famosa frase: “Te daría mi vida si la tuya dependiera de ello”
(Os dejo el video de la primera de las tres partes que tiene, pero en YouTube no tendréis problemas para encontrar el resto)
Que lo disfrutéis!!





Y para mañana viernes tendremos a nuestra dulce, encantadora, entretenida y sencillamente perfecta Connie Jett...


miércoles, 28 de noviembre de 2012

Galletas de la suerte: Macarras


Galletas de la suerte: Macarras

Sí, esta era la semana para empezar con galletas cinematográficas, pero en mi barrio hay un parque. Es un parque minúsculo lleno de tierrilla que me deja las botas hechas un asco cada vez que llueve. Además, en los parterres crece mala hierba amazónica –estamos en Madrid, cualquier hierbajo que supere el centímetro y medio de longitud es un gigante, pero es que esto matojos miden más que yo- y en cada rincón se acumulan latas de refrescos. La delicia hecha parque de barrio.

En este vergel se reúne lo más florido de Carbanchel: un grupo de adeptos a Dios y a su hijo Jesús que reparten octavillas y hacen un círculo para cantar música sacra de esa con guitarras que versionean a los Beatles y cambian el “when I was younger, so much younger tan today “por “Santo, santo, santo, santo. Santo es el señor”, por ejemplo. También tenemos parejas y tríos de borrachos que se aposentan allí a eso del jueves y no se levantan hasta el domingo por la noche. Algunas de sus conversaciones son de antología, en serio.

Y luego tenemos un nutrido grupo de macarras del sur. Del sur de Madrid, debo decir. Ni del sur de España, ni del sur de América. Macarras de barrio como Dios manda. El Dios de los macarras, no el Dios de los de Liverpool, se entiende. Para poneros en antecedentes os diré que nunca me he sentido cómoda al caminar cerca o a través de un grupo de adolescentes. Son imprevisibles, en manada pierden un sentido de la urbanidad que sospecho que en realidad nunca tuvieron y yo siempre he sido muy tímida.

Nabucodonosorcitos
Vivían en los tiestos de Epi.


Así las cosas, mis durísimos adolescentes visten cazadoras de aspecto altamente inflamable. Creo que todas compradas en H&M y/o Primark. No, el prejuicio no es el origen de la ropa, que yo también compro en esas tiendas. El prejuicio se desprende de la pinta que me llevan, que parece que se han cosido los abrigos con bolsas de basura reflectante. Eso acompañado de crestas altivas o ladeadas. En los últimos tiempos veo más de las ladeadas. Cosas de la moda. Aderezos varios: pantalones que dejan a la vista el elástico de los calzoncillos y forman esos estupendos culos de oso, zapatillas de deporte en las que podría vivir una población entera de Nabucodonosorcitos, algunas cadenas, letras fluorescentes, cigarrillos que cuelgan de los labios y un amor incomprensible al grito. Gritan como ballenas en celo. Quizá porque están en celo.

No me gusta encontrarlos en la calle. Me siento amenazada. Sé que para cumplir con su imagen de tipos duros –no importa que a mí me parezcan ridículos, su propio código interno establece que son duros- deben comportarse de acuerdo con ella y que una agresión verbal a tiempo sostiene un estatus mucho mejor que ayudar a una anciana a cruzar la carretera. Así que cuando el otro día, a las ocho menos veinte de la mañana, vi que un grupito de ellos se había arremolinado junto a los columpios, me encogí dentro del abrigo.


Según me acercaba vi que el grupito se reducía a tres tipos y que en realidad en esa ocasión no gritaban… Es decir, sí resultaban muy ruidosos, pero no hablaban a voz en cuello. El sonido se parecía más a esas risas de auténtico placer que se oyen en los parques de atracciones. Los tres adanes, de entre dieciséis y diecinueve años, se estaban columpiando. Uno de ellos, envuelto en una cazadora negra y amarilla que le hacía parecer una avispa con sobrepeso, se impulsaba con los pies y perdía la mirada en el cielo cada vez que el columpio ascendía. No he visto tanto regocijo, ni tan puro, más que en niños muy pequeños que experimentan esa extraña libertad mezclada con seguridad cuando sus padres les empujan más y más y más alto.

Me metí en el metro con la misma sensación de haberme convertido en un ser diminuto. Todo mi miedo a los adolescentes, todos mis prejuicios, todo el desprecio que ocultan ambas cosas, tirados por tierra ante aquel espectáculo de gozo infantil.  Luego, cuando aparté el flagelo y me dije que ya valía de fustigarme, que al menos había sido capaz de ver todo aquello, me alegré.



Siempre está bien ver a los demás bajo una perspectiva nueva. Porque cada uno tenemos múltiples facetas. Yo no soy solo una chica intransigente, ni solo una amiga maja, ni una novia complaciente. Soy todo eso y mucho más. Soy una novia exigente, una amiga tocahuevos y una chica muy comprensiva. Y todos aquellos con los que me ruso no son únicamente una señora muy estirada con una carrera e la media, un chaval lleno de granos con una pulsera de pinchos, una niña pija despeinada ni lo que sea que yo vea esa única vez.


Y ahora me permito una disquisición muy breve: En la vida es muy difícil no juzgar a los demás a la primera de cambio, sin apenas datos y usando nuestra pequeñísima lente de mirar el mundo. Los que escribimos tenemos la oportunidad de entretenernos creando múltiples facetas que conviertan esa primera imagen en un personaje completo, humano. Yo nos animo a todos a tratar a las personas como si fueran nuestros personajes: intentemos conocerles un poco antes de colgarles el primer sambenito que se nos ocurra.


Y mañana la única, la incomparable, la jamás suficientemente ponderada Irene Comendador!!!!


martes, 27 de noviembre de 2012

La mota rosa (V)



DE PADRES E HIJAS...





En lugar de invitarme a desayunar por cuarta vez como una persona normal, mi padre dio instrucciones a su chófer para que nos regalase una tournée turística por el centro de la ciudad. El interior de la limusina disponía de todas las comodidades imaginables y papá desplegó una especie de mini bar con cositas dulces para picar y champán.
—¿Bebes a estas tempranas horas? —me escandalicé. En lugar de ruborizarse me ofreció otra copa. Y yo voy y la acepto tan contenta.
—La vida son dos días con pasado mañana, Lola querida. Así que más vale disfrutar lo que nos quede.
—Hablas en plan tétrico. ¿Qué se cuece por la empresa? Pensé que odiabas venir a Madrid.
—Y me cuesta. Valencia es tan recogida, tan servicial, tan tranquila… Pero las obligaciones mandan.
—Para eso tienes la legión de dobermans —me burlé—. Quiero decir, tu distinguido consejo de administración que toma las decisiones por ti y te alivia de preocupaciones y otras hierbas.
—No te confundas, hija. Ejecutan mis órdenes o plantean lo que yo llamo opciones de probabilidad. La última palabra siempre se la guarda este viejo cascado que tanto te quiere.
Sonreí y le acaricié la arrugada cara. Los ojos azules de mi padre soltaron chispitas. Siempre quise heredarlos. En su lugar creo que heredaré una empresa y un montón de millones que no deseo.
—Así que deduzco que tu viaje se debe a una toma de decisiones.
—Más bien al primer paso para dejar de tomarlas.
—Papá, si te vas a poner críptico más vale que vuelvas a llenarme la copa y te las apañes para buscarme unos panchitos.




—Quiero que me sustituyas al mando de la empresa.
Espurreé el champán que tenía en la boca y lo puse todo perdido. El chofer, que parecía discreto, muy a lo suyo y totalmente al margen de lo que pasaba en la zona trasera del vehículo, se apresuró a pasarme un paño de hilo. El muy entrometido no había perdido puntada de nuestra conversación privada.
—¿Quéééééééé?
—Será una solución meramente temporal. Mira, Lola… —Mi padre se frotó la frente como si le doliera—, no me encuentro bien últimamente.
—No me asustes. Te lo advierto. No estoy para bromas, hoy no.
—Son meros achaques sin importancia, chascarrillos de la edad, pero me marcho a un balneario.
—Te marchas —repetí como una autómata. Una autómata algo cabreada, por cierto—. Así, sin más.
—Voy a Suiza, a tomar las aguas, a seguir un par de docenas de tratamientos detox muy estrictos… Y quiero que te hagas cargo de todo en mi ausencia.
—Pero papá… Yo no estoy hecha para mandar…
—Fuiste ejecutiva agresiva en D&D con magníficos resultados si no me equivoco.
Fruncí el ceño. Odiaba tener que recordar ciertas cosas.
—No serían tan buenos cuando me regalaron una soberana patada en el culo y me echaron a la calle.
—Sabes muy bien que no fue culpa tuya.
—¿Y tú, sabes que te las arreglas muy bien para aparentar ignorancia cuando en realidad pareces radio Macuto?
—Bueno, ¿qué dices? 




—Papá, yo ya no estoy hecha para los negocios. La época de D&D pasó, gracias al cielo y a los infiernos y he estado demasiado tiempo rodeada de artistas. Ahora vivo un poco demasiado en las nubes, para no echar a rodar tu empresa y todos sus beneficios antes tendría que bajar… —Noté que mi resistencia cedía sin yo quererlo. Es que los pucheros de mi padre son muchos pucheros.
—Pero apoyar de nuevo los pies en la tierra, aunque sea por unos meses, no es imposible. ¿Lo harás por mí? —Me miró con esos ojitos de bebé de teta realmente irresistibles. ¿Cómo iba a decirle que no poniéndome esa cara de cordero sin degollar?—. Será por una temporada tan solo, mientras mejoro y puedo volver mejor y más guerrero que nunca. Prometido.
—¿Palabra?
—Tienes mi santo y seña, mi honor de caballero —aseguró levantando la palma de la mano. Me sonó más a teatro que a compromiso pero me rendí.

Continuará... (si os apetece)




Y mañana miércoles... ¡¡Las galletas de la suerte!! con Alicia Pérez Gil. Para mojar...


lunes, 26 de noviembre de 2012

From My blonde Mind: Vampiros y Licántropos.


Yo tenía que escribir algo sobre cine. Ya tenía pensado el qué y el cómo pero cuando he abierto mi ordenador blanco (más chulo, precioso y super cool) me he dado cuenta de que no me apetecía una mierda y que me estaba sonando demasiado a artículo de encargo.
Un nene  me dijo una vez que una paja, si se hace a desgana, deja de ser masturbación para pasar a ser trabajo manual y que hay que pagarlo. Total que a tomar por saco la documentación (yo soy mucho de documentación que amontono y amontono para luego agobiarme y escribir lo que me sale de my blonde mind) y voy a gastar palabras.
Os voy a hablar de vampiros y licántropos.
Pero antes os tengo que hablar de Calaveras. Una de las mejores cosas que me han pasado en los últimos meses es conocer  a un nene que firma como CalaveraDiablo (Que firme así mola un montón porque So Blonde & CalaveraDiablo queda que te cagas lo pongas donde lo pongas). Calavera y yo hacemos varias cosas juntos: invadimos imperios sumerios cualquiera, salvamos doncellas pavisosas, me lleva a casa cuando ando etílicamente comprometida, desafiamos al Cesar y pedimos tapas de frutos secos. También hablamos un montón porque es una maruja de cuidado y suelta cosas que yo aprendo mientras me hago la despistada y coqueteo con los camareros.
CalaveraDiablo tiene la teoría de que en el mundo artístico este en el que nos movemos él y yo cuando dejamos de ser simples mortales con facturas, cohabitan dos especies. Vampiros y licántropos; escritores y dibujantes.

Son bichos que deben entenderse porque muchas veces unos dependen de los otros para complementar sus obras pero no siempre se llevan bien. Yo no soy una baobhan-sith, no pongo eso de «escritora» en cuanto puedo, yo junto letras diciendo chorradas, nada más. Pero en ocasiones sí que interpreto ese papel (interpreto muchos otros: maruja, workinggirl, mamá gata, doncella francesa con media de red…)
Tengo una oferta editorial sobre la mesa de unos nenes a los que les ha parecido bien una cosa que se me ocurrió mirando catálogos de supermercados Gama (mejor y más cerca) que es uno de mis pasatiempos favoritos.
El caso es que necesito un dibujante con un estilo determinado para poder hacer algo juntos en plan asociación. Y he buscado. He recibido negativas de todo tipo, también unas pretensiones económicas fuera de lugar, mucha dejadez y pasividad. Nada nuevo bajo el sol, por supuesto, me sigue fastidiando por lo que considero una tontuna de una gente que luego se queja de que no le dan oportunidades ni trabajo, pero ya no me afecta.
Una de las cosas que me ha sorprendido es que hablando con una lobita de pelo carbón (y unas tetas de escandalo) me ha confesado que no tenía ni idea de cómo era el mundo vampiril.

Cuando le he hablado de conceptos como derechos de autor, obra propia, regalías, liquidaciones, porcentajes y cesión de derechos se ha quedado fuera de juego. Los licántropos son más básicos, entienden cosas como «obra y servicio» o «tiempoXpáginaXeuros». Esta nena me comentó que había conseguido pagar sus facturas gracias a su pluma, así que no la considero una novel en estás lides.
Una de sus frases me gustó: «No conocía la dura vida del escritor.»
Ahora recuerdo una discusión en la que un dibujante aullaba que estaba harto de que le pidieran colaboraciones no pagadas, que decía que todo el mundo creía tener una idea que mereciera su talento y que él no comía del aire.

En este mismo blog, un poquito más arriba, están los nombres de auténticas vampiresas. Son nenas que roban tiempo al sueño y a la vida para escribir, para estudiar, para perfeccionarse en un arte menos vistoso y más difícil de vender que los trazos en un papel. Los strigois son más sofisticados y entienden de cosas como trama, argumento, perífrasis y no miran el reloj calculando beneficios mientras trabajan.
Por eso tal vez levantan la nariz muy dignos y mirando con soberbia a los hombres lobos que por su naturaleza voraz se alejan de la cultura y la faceta artística en pro de hábitos alimenticios.
Hay que saber donde uno se encuentra y tener en cuenta que la autoestima y el quererse mucho está muy bien pero que no hay nada más ridículo que querer ser siempre el foco de atención y ser primera bailarina cuando hay cientos de nenas con su tutú justo al lado. Aunque, claro, también pesa el ego y yo mantengo que quien se pone a crear cualquier cosa dando la cara y firmando con su nombre y apellido, no se debe a las musas sino a ese ego, a esa ansia de autosatisfacción que impulsa a seguir escribiendo o dibujando.
Es lógico, la vida es así, un Dalí no es nada sin la firma, y en la literatura tan solo al Lazarillo le vale el anónimo pero es que es tan bueno que el libro se hubiera comido a cualquier autor.
Parajes extraños estos de creadores de mundos, de gentes y personas, de vampiros y licántropos.
Tiene razón mi amigo CalaveraDiablo, son especies distintas y tristemente enfrentadas.
Jo, que suerte tengo de ser tan solo un espectro de pelo dorado.




El martes vuelve la jefa, la sensación de la costa, el sueño erótico del nene, el papá y el abuelo, la inspiradora de rubias, el ejemplo a seguir, ¡¡Regina Roman!! y la cosa esa que escribe: «La Mota Rosa.»




sábado, 24 de noviembre de 2012

Vaya par de Gemelas: Hasta luego...




Hasta luego...

Con vuestro permiso, hoy hablaré en lugar de las gemelas...



   Cuando era pequeña tenía muchos padres y madres. ¡Y era agobiantemente maravilloso!
   Lo ha sido siempre, y es algo que nunca terminaré de agradecer a todos esos hombres y mujeres tan distintos entre ellos y que tanto me enseñaron, cada uno a su manera, en ocasiones incluso, con consejos diferentes para una misma situación y que, por increíble que parezca, todos tenían su razón.
   Ellos me vieron crecer,  me cuidaron, se preocuparon de que no me faltara de nada… lo más importante de todo ello, que nunca me faltara un abrazo cuando lo necesitaba.
   Y están orgullosos de mí haga lo haga, nunca se han ahorrado el decirlo, el orgullo de que hiciera lo que hiciese, sabían que lo haría con el corazón, y eso, lo haría maravilloso fuese cual fuera el resultado final. Y estaban orgullosos. Estaba, orgulloso de mí… lo estaba.
   Él era mi papá número 3. Lo explicaré, que para los que no me conocéis, soy rara hasta para eso: primero está mi padre, Osvaldo, Teko para los amigos (pero que nadie le llame así, que se nos cabrea, bipolar como la hija…), el segundo era mi abuelo, Manolo como lo conocían todos, “me cago en la leche” para los que no le conocían y se topaban con él, que mala hostia le sobraba dentro de un corazón que no le cabía en el pecho, y luego, estaba él, mi padre número tres, hermano de mi papá “original”, mi padrino, mi amigo, y mi padre en ocasiones que solo él podía serlo.
   Puede que fuera porque nunca tuvo hijos, así que sus sobrinos eran mucho más que hijos para él, y con el añadido de “lo quieres, pues yo te  lo doy, el dentista lo paga otro...”, algo que le oía decír en referencia a los bombones que todos los santos días de mi vida hasta que me marché de casa, venía a traerme a la puerta al salir del trabajo, y con dieseis años me sentía como una niña cuando oía el motor de la Honda 225 pararse en el portón, y mi corazón, sonreía.
   Cómo dice el dicho, “a quien Dios no le da hijos, el diablo le entrega sobrinos”, y dolores de cabeza le he dado a mi tío… Lamartine, el mismo nombre de su padre, pero todos lo conocían por Junior, tío Junior.
   Nadie en el mundo te podría hacer de reír cómo lo hacía él. La cantidad de chistes que tenía en la cabeza, solo se veía solapada por la inmensidad de nombres de actores, directores, películas, libros con títulos y solapas, y jugadas de ajedrez que si no habían, pues se las inventaba.
   Cuando alguien se marcha, solemos oír lo típico que nos deja con esa media sonrisa de resignación y la frase tantas veces oída de “cuando se mueren todos son buenos”. Y no era así, y no es lo que diré. Mi papá Junior era humano cómo el que más, tenía defectos para escoger; tenía mala hostia al levantarse, no soportaba que nadie le tocara sus cosas (a los UVHS de Expediente X me remito), fumaba como un carretero, su cerveza (y más de una) era sagrada, y los chistes (que ya os he mentado) normalmente eran de un humor negro y ácido que llegaba a ser molesto cómo te pillara en un mal día. No, no era perfecto, y me exaspera el que cuando alguien se marcha, de pronto nadie recuerda las cosas malas, y las tuvo… pero ni de lejos podría ofuscar todo lo bueno y maravilloso que fue. Si le pedías algo, la hora que fuera, aunque costara el último penique de su cartera, o el deshacer un plan de semanas arreglado, nunca te decía que no. Tenía una sonrisa en la cara y un taco para cada situación, lo que convertían un gran problema en una sonrisa tras un “qué le den a tu profesor, es gilipollas y un día será tu fan”.
   Mi papá era especial en todo. En sus cosas buenas y maravillosas, y en las no tan buenas e insoportables en ocasiones. Era único. Y el mayor luchador que he conocido en mi puta vida (ese taco dedicado a ti, tío, que sé que te gustaría).
   Diez años ha luchado y sobrevivido cómo muy pocos lo harían. Se ha superado a sí mismo cuando hasta los médicos decían que no podría. ¡Por sus cojones si lo hizo! Nadie le había dicho cómo vivir su vida, así que nadie le diría cuando dejar de vivirla.
   Hace mucho que me marché de casa, no solo lo que dice techo o calles conocidas, me marché a miles de kilómetros  a hacer mi propia vida, y él, ha estado ahí conmigo cada día, en cada pensamiento antes de cerrar los ojos para dormir que dedico a los míos que lejos están de mí.
   Pero se marchó. Lo hizo con el mismo silencio que sabía guardar cuando pocas veces se callaba, un silencio lleno de ruido, una de las tantas cosas que tengo de él, cómo el hablar por los codos, o los dedos esos tan largos y con vida propia que heredé. Y si hay consuelo en esta hora, que os lo aseguro, poco existe, es el saber que se fue en paz, y sobre todo lo demás, que fue querido con sus virtudes y defectos por todos los que le rodeaban, porque enamoraba a quienes le conocían, y cada minuto que se dedicaba a él, siempre, viniera de quién viniese, lo hacían con el corazón en la mano porque él se lo merecía.
   Me duelen muchas cosas, entre tantas, el no haber podido estar allí para darle un último beso, y el que no llegara a conocer a mis hijos en persona, el pequeño se parece a él, “cara de Scandiuzzi”, igualitos...
   Hoy me quedo con mucho más que la nostalgia, la tristeza o las lágrimas que sé llegaran con menos facilidad con el paso de los días; me quedó con los recuerdos, que tendría dónde escogerlos, pero sobre todos, el último de ellos, la última vez que hablamos por teléfono poco antes de que se marchara a darle guerra allá adonde se haya ido. Esa breve conversación, ese “oi, meu beeeeem”, con la “e” más larga de la historia, marca registrada suya, tras el cual preguntaba por orden y siempre la misma, cómo estaban “mis meninos”, y cuando llegaría mi libro a Brasil.
   No me gustan las despedidas. Se me dan muy mal, siempre se me han dado. Así que no diré adiós  porque, y eso lo primero, sé que algún día volveré a verle, pero sí tengo que decir el “hasta luego” que la distancia me impidió dar con un beso en su frente, y atesorar junto a cada palabra y recuerdo suyo, esa fotografía de mi bautizo cuando su pelo aún era rubio y surfero. La tengo guardada, del poco bagaje que me traje de allí. Esa foto más que cualquier imagen reciente es la que llevaré siempre conmigo. Ese era mi tío, mi padrino, mi padre.
Qué descanses en paz.
Lamartine Scandiuzzi Junior.
11 de octubre de 1959 - 22 de noviembre de 2012

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La semana que viene regresan la Gemelas a "Vaya par de Gemelas", y no te pierdas el lunes a "From my Blond Mind".

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viernes, 23 de noviembre de 2012

¿Qué hacer antes de los 30? Sorprenderse





―¿Quién denunció a quién? ―pregunté sorprendida, tras comprobar que Irene se había tranquilizado al vernos llegar de la pseudo-acampada.

―Vamos, cari, tenemos que irnos ya ―respondió cogiéndome del brazo.

―¿A dónde? ¡Espera! ¡Qué es domingo! ¿Qué pasa Irene? ―Añadí,  mientras ella recogía algunos papeles del suelo y los abrigos.

―Vamos Jóse, tenemos que ir a la comisaría a declarar. En el camino os cuento todo ―anunció Irene.  

Un poco aturdidos seguimos las órdenes de aquella mujer, dejamos a Jóse en su casa, aunque él insistió en acompañarnos, pero contradecir a Irene en esos momentos no era la mejor opción. Su tozudez llega a tal punto que uno la sigue la corriente para evitar litigios.

Irene tiene un rollo con unas propiedades mitad suyas y mitad su ex novio/ex socio, donde a veces, hacemos encuentros y fiestas sin el consentimiento del dichoso hombre y parece que esta vez nos ha denunciado por ocupación ilegal.

―Cielo ¿qué pasa ahora? ¿estamos volviendo a mi casa? ―pregunté al notar que íbamos en dirección contraria a la comisaría.

―Sí, sí, es que me olvidé unos papeles ―contestó ella, mientras aparcaba el coche.

―Tía, sube que yo espero aquí ―refuté un poco cansada de tanta vuelta.

Además, ¡necesitaba una ducha! Estaba incómoda, sucia y hambrienta ¡pues hace menos de unas horas yo me encontraba a la intemperie, entre hierbas y frío!¡Piedad!

Lo único que pedía era mi momento sofá y llorar como una magdalena con una peli dramática.

―Acompáñame ―ordenó ella con poca cortesía.  

Subimos en el ascensor e Irene no paraba de reírse, pienso que era un efecto nervios del mal trago que estaba pasando, es que todos los ex son una mierda y más si hay dinero de por medio.

Al abrir la puerta  se oyen los gritos de Karol, Regina, Alicia y So, cuan coro de cotorras:

―¡Sorpresa! ¡Enhorabuena! ¡Felicidades!
―¿Qué se celebra, chicas? ―pregunté mientras me dejaba achuchar por mis taconeras.

―Tu libro, tu novela ―dice Regina dándome una copa de vino e invitándome a brindar.

―¡Brindemos todas, cabronas! ―dice Irene, mientras coge en una mano la botella de vino y se llena su copa.

―¡Síiiiii!

―¡Qué cabronas sois! Y yo pensando que teníamos que pasar horas en una comisaría, y luego soportar a «la Irenuchi» toda la noche con su monotema ―señalé en broma abrazando a mi rubia preferida.

―¿Y la cara de Jóse? ―preguntó Ali.

―Ya se lo comenté yo, teníamos pensado hacértelo otro día, pero sabíamos que no ibas a aguantar toda una noche de acampada ―contestó Karol.

―¡Ay, chicas! ¡Qué tortura! ¡Nunca apuntaré a mis hijos a los exploradores, pobres! ¡Qué agonía! ―comenté mientras me dirigía al baño; tenía que ducharme.

―Mucha cara de agonía, no tienes tú nena ―apunta So levantado las cejas y dándome una palmadita en el culete.

―Lo mínimo que puedes hacer, ya que te llevan a dormir en una tienda, ¡un polvo de ensueño, es más que necesario! ―dice Regi, sabiendo perfectamente de lo que hablaba.

―Venga chicas, vosotras seguid, que me baño y celebramos.

―¿Pedimos chino o pizza? ―propone Irene.

―¡Vaya fiesta pedorra! ¿Las drogas dónde están? ―comentó en broma So.

Después de una sobredosis taconera, donde cada una contó con lujos de detalles sus males y sus amores, que casi siempre son lo mismo, se dio por terminada la velada.

Me sentí un poco sola, de las cinco siempre alguna cae y se queda conmigo, pero no, esta vez todas conducían a sus respectivos hogares. 

                                                    ***************

A las 3.00 AM

Oía como mi móvil sonaba y sonaba…

Un número que no reconocía, me había hecho tres llamadas perdidas.

A la cuarta vez respondí.

―Hola preciosa ―dijo una voz masculina. 

―Hola, ¿quién habla? ―contesté con una voz quebrada de sueño.

―Soy Yago, ¿cómo estas? Quiero verte ahora..

―Vaya… ―dije un poco sorprendida.

―Sé que es tarde, pero me moría de ganas de volver hablar contigo, estoy debajo de tu casa, sé que estas sola.

―Ya, pero…

―¿Quieres que suba? ―me cortó.

―No, espera, en unos minutos bajo.

Mientras me ponía unos vaqueros pensaba que todo era un poco extraño, tampoco lo conocía tanto a este Yago... menos que menos hacerlo subir a casa... 

No pierdo nada: bajo, saludo y sigo durmiendo lo más campante. ―Pensé

―¡Ey, hola! ―dijo Yago apoyado en la puerta de su coche, con un bote de coca – cola en la mano.

―Hola, tú no eres normal, ¿no podías esperar hasta mañana? ―pregunté sonriendo embobada admirando su belleza.

―Sube al coche y hablamos más tranquilos ―propuso él.

―No, ya me voy, tengo mucho sueño. Quedemos para otro día.

―Venga sube un momento ―insistió―¿quieres? ―y me puso el bote de cola casi en la boca con una brutalidad que me dio escalofríos.

―¡Qué no, tío! ¡Qué me voy!

―Tú, no te vas a ningún lado zorra. Sube al maldito coche. ― gritó  cogiéndome de los pelos y empujándome hacia adentro. ―¡Bebe, por dios! ¡Quieres beber!― ordena haciéndome ingerir algo de líquido.

Sentí como mi cuerpo perdió fuerzas y poco a poco no oía, ni veía nada...

Continuará.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Galletas de la suerte - Escisión



Escisión


Una empieza las cosas con la mejor de las voluntades. En este caso una escribió una colección de cuentos que confiesa de calidad irregular aunque todos ellos sean muy decentes. Algunos incluso muy buenos. Lo que sucedió a continuación es que una se encontraba sola y carecía de experiencia en el mundo de la promoción y, como había decidido no esperar respuesta de editorial alguna, pidió ayuda a un amigo para que le sacara alguna castaña de algún fuego.

- Ese soy yo.

Ese fue Max, sí. Un chimpancé alcohólico que se pierde por un buen par de piernas, con una sólida formación en periodismo, un curriculum que le avalaba y una labia a la que una, o sea yo, no supo resistirse.

- Hay que ver cómo te gusta manipular realidades, jefa.

Disculpad un momento, chicas y chicos. Es que el mono en cuestión está justo aquí al lado, leyendo por encima de mi hombro, y yo así no puedo trabajar.

- Tú no puedes trabajar de ninguna manera, cielo. Por eso me contrataste.

- Al menos reconoces que hubo contrato. Tal como hablas de mí por ahí parece que te uso para extraer diamantes de minas sudafricanas a cambio de un plátano al mes.
- Mira, preciosa, lo has intentado. Me mandaste al espejo, bajé, subí, hablé con los chicos, conocí a las mujeres y entonces las cosas se te fueron de las manos. Pero, si por ti hubiera sido, me tendrías esposado a la Olivetti.

No le creáis, por favor.

- Ellos me conocen. Me leen. Llevan meses atentos a lo que digo y saben que no miento.

- Pues no empieces ahora. Hagamos un trato tú y yo: tu dejas de decir mentiras sobre mí y yo no diré TODA la verdad sobre ti.

- Ni siquiera voy a contestar a eso, jefa. Yo he venido aquí a hablar de…

- Tú no tienes libro, mono.

- Yo no tengo libro, no. Yo tengo una redacción entera con la que puedo hacer lo que me de la gana. Y he decidido .

- Max, no m toques los botones. Te he traído aquí porque soy buena gente y porque mis compañeras han accedido. Ahora pórtate como un… como un mono de provecho y di lo que tengas que decir. No uses muchas palabras, anda, que la gente querrá su galleta de hoy.

- ¡Qué borde te pones! Si no estuvieras tan buena… Vale, vale. Deja el hielo verde para otro rato, que allá va. He decidido ampliar el edificio, eso es todo. Y que quien quiera pasar un par de días en el espejo disponga de su apartamento. O, si prefiere quedarse temporadas largas, también.

- ¿Pero quieres explicarte?

- Ni que fueras la única capaz de usar metáforas, jefa. Ya va…

- Dale.


- La cuestión es que estaba un poco harto de trabajar yo solo con el mismo material relamido para contar la misma cosa de diferentes maneras. Estuve paseando por la red unos días, pensando qué podía hacer con un espacio tan majo y tan bien arregladito como La voz del espejo y  me di cuenta de que somos muchos en mi situación. Nos rompemos los cuernos para publicar algo en algún sitio y que nos lean.

- Mira, en eso estoy de acuerdo.

- Montaría una editorial gratuita, pero las cosas gratis son caras, así que lo que he montado es una especie de revista online.

- De corrector a director en un plis ¿no?

- De momento somos muy pocos y yo más que dirigir, que también, coordino. Dentro de poco no necesitaremos coordinación, somos un buen equipo. Hay escritores e ilustradores. Buscamos fotógrafos, músicos, escultores, pintores, cocineros, metereólogas, pitonisos y lo que se tercie. En el espejo cabemos todos.

- Pero ¿Qué quieres conseguir?

- Quiero una comunidad de animales de todas las especies. Hemos empezado con el horror en honor a ti, jefa, pero en el espejo cabemos todos. Ahora mismo tenemos cubierta la sección de internacional y una tira de imágenes.  Imagina lo que se puede hacer si toda esa gente que escribe, dibuja, canta, baila, hace macramé y juega a los dardos decide hacer algo en equipo.  Todos juntos.

- Te vas pareciendo al anuncio aquel de Coca- Cola, Max.

- No jorobes, jefa, que no es eso.

- A ver si lo he entendido bien: te crees que eres más listo que Facebook, Twitter y que todos los demás ¿no? Y así vas a crear una comunidad nueva y reluciente donde los creadores del mundo dejen sus egos a un lado y publiquen sus creaciones por la cara con la esperanza…

- Vete a la mierda.

- Ese es mi chico.

- He creado un escaparate para todos aquellos que quieran mostrar lo que hacen o que quieran mostrarse ellos. Y ya sé que soy un chimpancé de mierda y que llegaré lo lejos que los demás quieran llegar conmigo, ni un paso más. Se trata de difundir. A ver, jefaza ¿Qué has hecho tú al respecto?

- Pues mira, tengo aquí una entrada de blog que explica estupendamente por qué yo escribo prácticamente gratis…

- Al final nos entenderemos, verás tú.

- Venga, anda, di a donde tienen que escribir tus creadores para salir en el escaparate ese. Y ya de paso nos pones un link, que sé que te gusta.

- Nuestro correo es inquilinosdelespejo@gmail.com

- ¿Y el link?

- Este

- Vale. Ahora vámonos de copas, que te hace una falta.

- Joder, jefa, que no hay derecho a que me trates así.

- Haberme dado los quince días de aviso antes de largarte.





Y que a nadie se le olviden dos cosas: Que mañana toca

Y pasado, en la sala Libertad 8 de Madrid, en la Calle Libertad número 8, a las 19:30
 (que lo pone facilito la Irene), se presenta Sé que estás ahí...
Haz el favor y estáte allí  :)