viernes, 15 de marzo de 2013

¿Qué hacer antes de los 30? Me encantan las sorpresas






Como publiqué el domingo y además el papa es argentino… ah, eso no cambia nada pero mi ego quería escribirlo, por cierto como yo, por las dudas, y los que me conocéis sabéis que no hago alarde (ego) de mi nacionalidad porque tengo muchas y eso a lo nuestro…
Os dejo aquí la entrada del viernes pasado (domingo) imprescindible leerla para entender la continuación…  

Y hoy que sí es viernes al menos en Europa, nos deleitamos con mi compañera de letras, de género y amiga de corazón Raquel Antúnez Cazorla, que también lleva un lio de nacionalidades… 
¡A disfrutar y gracias preciosa!



Los aviones nunca me ponen nerviosa, pero no puedo evitar un incesante repiqueteo en el reposabrazos de mi lado, la señora que tengo sentada justo a mi lado me mira de mal humor por décima vez para que pare de una vez y lo hago. Estoy excitada lo sé, y además con estas pintas que llevo lo que no sé es como me han dejado subir al avión. ¡Pero cómo se les ocurre! ¡Son unas pedazo de arpías estas taconeras! Sonrío, sé que le vamos a dar una gran sorpresa.
Lo que tiene que te avisen una hora antes de salir de casa de que tienes que venir disfrazada, porque desde el aeropuerto iríamos directamente al restaurante es pensar, joer, pues ahora mismo no tengo ningún disfraz a mano y de pronto encenderse una bombillita en tu cerebro ¡Pero si César seguro que tiene! Es lo guay de tener de compañero de piso a Drag Queen, además el disfraz estaba perfectamente limpio y colgado en su sitio, pues hacía pocas semanas que César lo había usado en la gala de Las Palmas y él es así muy cuidadoso y tiquismiquis con sus cosas. El disfraz no estaba mal del todo, mucho cuero, mucha cuerda, muchas plumas y demasiada purpurina quizás, lo que peor llevaba era el tema de las plataformas, eran de las más pequeñas que había tenido César pero así y todo medían 30 centímetros, de verdad que no me extrañaba que tanto la señora de mi lado como un viejo que me miraba insistente desde el otro lado del pasillo se hubieran presinado ya varias veces en las dos horas que llevábamos de vuelo.
Por fin estaba en el aeropuerto con una mochila con mi mochila a la espalda y con unas pintas que a las chicas no les costó en absoluto distinguirme, he de reconocer que ellas también llamaban la atención: Regi de Cat Woman, Irene de una especie de Caperucita Roja, pero demasiado sexy para ser de un cuento infantil y Karol iba de dominante del sado, con su fusta y sus esposas incluso. Todas sujetaban un cartel que decía “Bienvenida Raquel”. Poco tiempo de arrumacos, un rápido abrazo a cada una, dos besazos y solo oía una especie de bullicio en forma de cacareo, todas me hablaban al mismo tiempo mientras tiraban de mi brazo con fuerza para que las siguiera.
Me montaron en un coche que Regi conducía, y mientras tenía a Irene y a Karol una a cada lado, la una intentando hacer algo gracioso con mi pelo y la otra maquillándome: purpurina va, purpurina viene, vamos que tragué un kilo al menos. Mientras el incesante cacareo no paraba, pero ya me había unido al corral y me sentía como una de ellas.
Y por fin vimos el restaurante, las chicas se colocaron delante de mí en una especie de semicírculo, iban todas caminando muy despacio y con los pasos igualados, sentí que nos parábamos más que nada cuando tropecé con la espalda de Irene y de pronto se dispersaron y vi a Connie vestida de mariquita, con una expresión pasmada en su cara y que me miraba con ojos extrañados, supongo que intentando averiguar quién narices era yo.
De pronto vi que sus ojos se salían de las órbitas y se dirigía a mí a pasos agigantados.
¿Pero de qué diablos vas vestida?  Me quedé tan sorprendida por su reacción como lo estaba ella e intenté explicarme.
Yo… estas locas, pues resulta que claro, con una hora, ¿dónde iba a conseguir yo un disfraz? Y luego me acordé de César, ¿te acuerdas de César? Te dije que era mi compañero de piso, bueno, no sé si te acuerdas de él, el caso es que él actúa siempre en la gala Drag y ahí que me vi frente a su armario robándole el disfraz y las plataformas, y no veas el viajecito que he tenido, que poco más y me hacen un exorcismo…
¡Pero te quieres  callar de una vez y darme un abrazo! Me interrumpió Connie, que de pronto miró horrorizada a su alrededor cuando vio que José me tiraba el micro y empezaban a sonar unos acordes de fondo.
Pronto todas estábamos como locas cantando y bailando “Desátame” de Mónica Naranjo, esparcidas entre las mesas, mientras la estirada clientela del restaurante no sabía si aplaudir o salir corriendo despavoridos.
Yo tiraba de Connie, le había agarrado bien su mano e intentaba que bailara conmigo, pero se soltó rápidamente y vi cómo se dirigía a su mesa, donde ya José bailaba al ritmo de la música. Miró la botella de vino que habían pedido, y se pegó dos copas como si fueran vasos de agua. Entonces sí sonrió, vino hasta donde yo estaba, me dio otro abrazo, un besazo y me quitó el micro.
Cuando terminó la noche estaba tan cansada que solo quería llegar gateando hasta el lugar más mullido posible para poder dormir la mona.
Pero Alicia y So tenían otro planes…

INVITADA ESPECIAL EN ESTE GIRO DIVERTIDÍSIMO DE LA HISTORIA AMOR IMPOSIBLE, PERO AMOR DE JÓSE Y LA RUBITA. 
Un lujazo contar con la pluma chick lit de Raquel Antúnez Cazorla en Tacones, muchísimas gracias princesa!!!!! 

2 comentarios:

  1. Un placer!!!!!! Ya quiero saber qué otras locuras nos depara el destino antes de los 30 :)

    ResponderEliminar
  2. Muy buena idea..., ahora a ver por donde evoluciona esto que se está poniendo de lo más interesante...

    ResponderEliminar